No dejen de congregarse (Heb. 10:25). Pero no olviden: el verdadero trabajo del cristiano no es dentro de la iglesia, es afuera, con los perdidos, con aquellos que van acelerados rumbo a la condenación. Cuando Jesús estuvo físicamente en esta tierra, no se rodeo de los mas religiosos de la época, al contrario, le seguían pecadores, prostitutas, ladrones (cobradores de impuestos), y toda clase de personas de mala reputación; lo seguían porque Jesús hablaba palabras de vida y muchas de esas personas fueron transformadas por el poder de su palabra. Nuestro trabajo sigue estando afuera, con todos los necesitados, sin juzgar, sin condenar, Jesús mismo no condenó, ¿quién soy yo para condenar? si sigo siendo insignificante y propenso a fallar, sostenido en pie únicamente por la gracia de nuestro Señor Jesucristo. Vamos hermanos, todos a la iglesia para adorar a Dios y a disfrutar del compañerismo con los hermanos, pero después, vamos todos hermanos fuera de esas paredes a impactar un mundo que cada día se hunde mas en condenación, seamos evangelistas todo el tiempo, en todo lugar. ¿Quién dirá al Señor de la mies, heme aquí, envíame a mi?
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