Y me llamas por mi nombre y tu voz profunda me examina las entrañas ¡lo sabes todo! lo sabes todo y aun así me amas; y me ves, pero me ves completo, me ves la tristeza y me ves el dolor, me ves el pecado y me ves el temor.
Tu hijo pequeño ha pintado la pared con sus lapices de colores y tú, aunque ya sabes que fue él, llegas y le preguntas: ¿Quién manchó la pared? es claro que fue él, sin embargo, pretendes que aprenda a ser sincero y tú como padre (o madre) amoroso, muestras misericordia y no le reprendes de inmediato sin antes darle la oportunidad de confesar su falta.
Esto mismo ocurrió en ese momento, Adán estaba ahí, tratando de ocultar sus lapices de colores, y el Padre estaba ahí, dándole una ...