No importa lo que otros piensen, no importa cómo otros te vean, incluso ya no importa cómo te veas tú mismo, solo importa cómo te ve tu Padre celestial, y él te ve justo, te ve valioso, si puedes creer eso, entonces vuélvete a él y experimenta la dicha del perdón.
Mi propia justicia es nada ante el Dios del universo, pero la justicia de Cristo, la nueva vestidura, esa es la que me hace recibir todas las bendiciones de la casa del Padre.