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Señor, si quieres, puedes.

Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.  

Mateo 8:2 (RV1960)

Introducción

Hace algunos años una mujer dio a luz una niña, la alegría típica del momento llenó su corazón, si eres padre o madre quizá lo entiendas mejor, cuando escuchas su llanto por primera vez y ves sus ojos brillar, nada se compara con ese instante, el primer contacto jamás se olvida, sabes que ahora vives para ese nuevo ser, no hay más razones; pero, pronto su alegría inicial se vio opacada cuando el doctor le dijo que la niña había nacido enferma y con algunas deformidades leves, pero que afectarían su desarrollo.

 

La niña vivió unos meses, pero conforme pasaba el tiempo los problemas se iban complicando, no podía respirar con normalidad, un tumor crecía dentro de ella y por su problema respiratorio también era complicado alimentarla, el cuadro era devastador, no hay cosa peor que ver sufrir a tus hijos y no poder hacer nada para solucionarlo, te sientes inútil, incapaz, desesperado, estarías dispuesto a dar tu vida a cambio de su salud; pero las cosas no funcionan así.

 

Una noche, esta mujer, fuerte y con su confianza puesta en Dios, tomo a su niña en brazos y oró: “Padre, yo amo a mi hija y no quiero perderla, pero ella está sufriendo y no es justo que ella sufra, te ruego que si quieres dejármela entonces puedas sanarla, pero si no quieres entonces llévala contigo pronto para que deje de sufrir.”

 

La niña pronto murió y mientras su madre lloraba, en el fondo de su corazón agradecía la respuesta.

 

¿Estás dispuesto a  dejar que Dios haga lo que él quiere en tu vida? Cuando aprendes a depender totalmente de Dios, a veces es mejor orar así: Señor, si quieres hacerlo, hazlo, pero has como tú quieres y no como yo deseo. 

Es cuestión de actitud

El capítulo 8 del evangelio de Mateo, nos cuenta que Jesús descendía del monte y mucha gente iba tras él, de seguro muchos de ellos tenían necesidad de un milagro, pero hubo uno que destacó, y aunque su nombre no quedó registrado en la historia, la actitud que demostró sí nos quedó como un loable ejemplo a todos nosotros. 

 

Este hombre era un leproso, alguien que por motivo de su enfermedad debía estar alejado de la sociedad y de su familia, en un sitio de refugio que servía para que ellos habitaran sin contagiar a nadie; se les consideraba inmundos y se creía también que la lepra era un castigo de Dios, por tal motivo eran aún más despreciados; pero este hombre pudo llegar hasta Jesús, y estando ante él se postró diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. 

 

Si analizamos emocionalmente al leproso, podíamos pensar que llegó desesperado, avergonzado, necesitado, quizá esperanzado, y muchas cosas más que podríamos imaginar, pero al analizar su actitud, lo primero que encontramos es humildad, estando frente a Jesús se postró, el postrarse significaba humillarse y también reconocer la divinidad de Jesús, este hombre llegó muy necesitado, pero en ningún momento dejó de ser humilde; en nuestros días hay muchos cristianos que se acercan a Dios con exigencias, con soberbia, creyendo que tienen el derecho de reclamar y demandar a Dios que cumpla todas sus peticiones y peor aún sus caprichos, se olvidan que el primer paso para acercarse a Dios es venir ante él con actitud humilde, reconociendo que Dios es soberano y nosotros solo somos polvo. 

Lo que Dios quiere vs. lo que yo quiero

“Señor, si quieres…” esta corta oración, nos enseña una gran lección, porque debemos entender que no todo lo que nosotros queremos es exactamente lo mismo que Dios quiere, a veces a nosotros nos parece que tenemos las mejores ideas, cosas geniales se nos ocurren y las anhelamos con todo el corazón, pero resulta que muchas veces Dios tiene otros pensamientos, otros planes distintos para nuestra vida y no siempre lo entendemos, pero cuando empezamos a depender totalmente de Dios y aceptar su voluntad, debemos aprender que aunque yo quiera una cosa y Dios quiera otra totalmente distinta, siempre debe prevalecer la voluntad de Dios porque él conoce todo de nosotros y sabe lo que será mejor para nuestra vida y nuestro futuro, todo lo que Dios haga con nosotros siempre será bueno.

 

Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Jeremías 29:11 (RV1960)

 

Quizá José tenía sus propios planes, pero Dios quería otra cosa totalmente distinta, y aunque en un principio parecía que las cosas no iban muy bien, el final que José tuvo fue mucho mejor de lo que él mismo hubiera esperado: José, gobernador de Egipto y salvador de su pueblo en el tiempo de hambruna.

 

En los planes de Daniel no estaba ser llevado cautivo, pero lo que Dios quería era otra cosa diferente a los planes de Daniel y aunque se vio en medio de dificultades al final Daniel se convierte en una persona prospera y de autoridad. 

 

¿Y qué tal los planes de Jonás, Ester, los discípulos?  Quizá todos ellos querían lograr cosas diferentes de las que realmente hicieron, y es muy seguro que todos ellos anhelaban cosas buenas para su vida, pero lo que Dios quería era algo diferente a lo que ellos imaginaban y al final lo que Dios quiere siempre es mejor.

 

¿Qué quieres tú para tu vida? ¿Qué quiere Dios para tu vida? ¿Estás dispuesto a dejar que Dios obre conforme él quiere?

Fe

El leproso en ningún momento tuvo dudas de que Jesús pudiera sanarlo, solamente fue respetuoso y reconoció su soberanía, aceptando que todo dependía de la voluntad de Dios, pero su convicción era fuerte: “Puedes” 

 

La frase no dice: “si puedes” en vez de eso, asegura “puedes” porque en ningún momento tuvo dudas; es importante que cuando nos acercamos a Dios, aprendamos a venir ante su presencia humillados, reconociendo que su voluntad es perfecta y que todo depende de los planes que él tenga para nosotros, pero también reconociendo que Dios todo lo puede hacer, y lo que quiera hacer de seguro lo hará. 

 

Para Dios no hay nada imposible, simplemente a veces responde de una manera distinta a la que nosotros esperamos porque tiene mejores cosas para nosotros, y a veces, como en el caso del leproso la respuesta es justamente la que esperamos, porque Jesús le responde: “sí quiero, sé limpio” la clave estuvo en la actitud del leproso, que supo tocar el corazón de Jesús por su fe y humildad.

Conclusión

Siempre nos encontraremos con situaciones duras en nuestra vida, como en la historia de la introducción donde una madre debe dejar que Dios haga lo que él quiere y aceptar su voluntad, o puede ser que tengamos grandes planes en nuestra vida donde necesitemos la guía de Dios y debemos pedirle que si es su voluntad nos ayude a cumplir nuestras metas y si no, que él nos lleve por un mejor camino, pero siempre debemos tener presente que es mejor que las cosas ocurran conforme Dios quiere y no conforme nosotros queremos; espero que la próxima vez que nos encontremos en situaciones difíciles podamos llegar ante Dios y decirle: Señor, tengo una petición, pero te doy permiso de hacer conmigo lo que tú quieras, Señor, si quieres, puedes, yo te pertenezco.

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Comentarios: 1
  • #1

    Luswin Duque (martes, 16 julio 2019 16:39)

    Buena reflexión