Rompe el frasco

Pero estando él en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado a la mesa, vino una mujer con un vaso de alabastro de perfume de nardo puro de mucho precio; y quebrando el vaso de alabastro, se lo derramó sobre su cabeza. Marcos 14:3

María, hermana de Lázaro a quien Jesús había resucitado de los muertos, se presentó al lugar donde estaba Jesús, con un frasco lleno de un valioso perfume para ungir a su  maestro, esta actitud genero algunos comentarios negativos entre los presentes, pero las palabras de Jesús para defenderla fueron muy importantes: “En dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.” Así que hoy quiero contarte la historia de esta mujer, para que podamos aplicarla en  a nuestra propia vida.

Primero es importante aclarar que en la biblia aparecen  tres historias del ungimiento de Jesús, la historia que vemos hoy es la del evangelio según Marcos, esta es la misma historia que se narra en el evangelio según Juan (Jn. 12)  pero la historia que se cuenta en el evangelio según Lucas es una historia diferente, que presenta algunas coincidencias, pero sucedió en otro contexto y al estudiarlo vemos que fue un ungimiento diferente, con mujeres diferentes, lugares y tiempo diferente, si tienes dudas de esto, déjalo en los comentarios y más adelante podríamos dedicar un tiempo a analizar los tres pasajes para resolver tus dudas. Por ahora es importante comprender que esta historia está basada en Marcos y en Juan, partimos de acá.

El versículo inicia contando que Jesús se encontraba en Betania, en casa de un personaje llamado Simón y que se le conocía como el leproso; es importante comprender que en este momento Simón ya no era leproso, pues de haberlo sido le hubiera sido imposible estar en presencia de los invitados, así que es muy probable que Simón haya sido un leproso antes y Jesús le haya sanado; una de las cosas más importantes para entender en este versículo, es que muchas veces nuestro pasado como pecadores nos sigue atormentando aunque Cristo ya nos haya perdonado, pues aunque él borró nuestros pecados, muchas veces nosotros no queremos olvidar lo que antes fuimos y el recuerdo de las cosas que hemos hecho siempre está presente, además nuestro adversario se caracteriza por ser quien nos está acusando constantemente, pero también nos muestra que Jesús es compasivo, y aunque conoce que Simón antes era leproso, ahora él le ha sanado y puede sentarse a la mesa a comer con él, como si nunca hubiera pasado nada, ¡Qué alegría! El Maestro te perdona y se olvida de todo, sin importar lo que otros digan, incluso sin importar lo que tú mismo pienses de ti, aun cuando tú te veas a ti mismo como indigno, el Padre te ve a través de Cristo y te ve justo, el maestro se complace en perdonarte y limpiarte de todo pecado, para después sentarse a la mesa a comer contigo y hacerte participe de sus bendiciones.

Pero vamos a ver lo que más nos interesa para éste tema en particular, la mujer y su ofrenda.  Primero vemos que ella llega donde está Jesús y lleva un vaso de alabastro de perfume de nardo puro de mucho precio. 

Aunque nosotros entendemos que el nardo es un perfume muy costoso, la mayoría tendemos a centrarnos solamente en el perfume costoso, pero olvidamos analizar la información adicional que tenemos, y es que se nos dice de qué material era el frasco donde iba contenido el perfume, era de alabastro. 

El alabastro es un material parecido al mármol, y los frascos hechos de ese material eran altamente costos, pues eran hechos de una sola pieza, es decir, tomaban una piedra de alabastro, la torneaba para darle forma y también le extraían material del interior para formar el espacio donde se depositaría el perfume, es decir, además de ser un material especial, el proceso de formado del frasco era especial, esto le daba un valor muy alto, de manera que era caro el perfume pero era también caro el frasco dentro del cual iba contenido el perfume.

Cuándo la mujer se acercó para ungir al maestro, vemos que hace algo inusual: Quiebra el frasco. Nosotros podríamos preguntarnos ¿por qué no solo destapó el frasco y vació el perfume? Ultimadamente el frasco era muy caro y pudo llevárselo de regreso para volver a llenarlo o para venderlo; pero ella decide quebrarlo, entonces ¿por qué lo hizo?

La actitud de la mujer denota una entrega total, en primer lugar ella con ese acto estaba demostrando que no tenía miserias para entregar su perfume a Jesús. El vaso que ahí describe era aproximadamente con forma de botella, así que ella posiblemente lo quebró por el cuello, no solamente lo destapó, quebró el cuello de su frasco para que el perfume saliera totalmente, hasta la última gota, como diciendo: Señor, te entrego absolutamente todo de mí. Pero a la vez el frasco nos representa a nosotros, nuestros propios sueños y metas, representa nuestra humanidad y también nuestro egocentrismo; nuestra adoración es muy valiosa para el Señor, pero nosotros, que somos el recipiente de esta adoración también nos consideramos a nosotros mismos de mucho valor, de tal manera que si nosotros no nos quebrantamos y nos olvidamos de nuestro propio valor, entonces el olor de nuestro perfume no podrá salir, es decir, es necesario quebrantarnos a nosotros mismos, olvidarnos de nosotros, dejar de lado nuestra humanidad para que nuestra adoración llegue totalmente al trono de Dios.

Muchas veces necesitamos dejar de lado nuestra humanidad, quebrar nuestro frasco, negarnos a nosotros mismos, porque tenemos en nosotros cosas que no son agradables a Dios, a veces pleitos, rencor, quizá hay un mal carácter que no podemos dominar, etc. existen muchas cosas que son parte de nuestra naturaleza humana, pero que debemos quebrantar para que al entregar adoración a Dios ésta realmente llegue como ofrenda agradable ante su presencia, y además poder decir Dios acá te entrego todo sin reservas, no me quedo  nada para mí mismo, aun mis sueños, mis anhelos, todo lo entrego delante de ti, quebranto mi humanidad ante tu majestad. ¿Estás listo para quebrar tu vaso?

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