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Génesis 3:8-21

Génesis 3:8

Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto

 

1. Ellos habían pecado, en los versículos anteriores se narra eso, sin embargo, nuestro Dios misericordioso no los abandona, pues ellos aún pudieron escuchar su voz llamándolos.

2. Consientes de su pecado, tratan de esconderse, como si eso fuera a resolver algo, en lugar de acercarse al Dios misericordioso que aún les buscaba, se esconden entre los árboles para ocultar su falta, esto lo hacen motivados por su vergüenza, por temor y quizá por orgullo.

 

En ocasiones somos así. Pecamos y en lugar de reconocerlo y pedir perdón, tendemos a alejarnos cada vez mas de Dios, pues la vergüenza por el pecado cometido no nos deja acercarnos, a veces es el miedo, nos sentimos indignos y por eso no buscamos a Dios, y otras veces el orgullo puede mas que nosotros, cuando sabemos que le hemos fallado a Dios ofendiendo a nuestro prójimo, pero nos negamos a reconocerlo y a pedir perdón, todas estas actitudes son como si nos escondiéramos entre los árboles, creyendo que el pecado simplemente se va olvidar y las cosas seguirán normales, pero lo cierto es que tarde o temprano tenemos que enfrentarnos ante un Dios justo que no tolera el pecado y que aun en esta condición nos sigue llamando y aún podemos escuchar su voz, si aún le escuchas, no te escondas, es tiempo de ponernos a cuentas con Dios.

Génesis 3:9

Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?

 

En el comentario anterior vimos que el hombre había pecado y después de pecar la vergüenza por su error le hizo esconderse en lugar de buscar la ayuda de Dios.

Pues bien, ahora tenemos a Dios llamando al hombre y preguntando: ¿Dónde estas tú?

Conocemos de la omnisciencia de Dios, es decir que Dios lo sabe todo, por tanto esta pregunta parece no tener sentido pues Dios ya sabía en donde estaban ellos, Dios conocía que trataban de esconderse entre los árboles del huerto y sabía muy bien que habían desobedecido, pero esta pregunta en realidad lo que hace es mostrarnos una de las características de Dios: su misericordia.

No es que Dios no supiera en donde estaba Adán, simplemente esperaba que fuera el hombre quien se acercara y por su propia cuenta confesara su pecado, que en vez de alejarse aterrado por su error, confiara en Dios como el padre amoroso que es.

Imagina esta escena: Tu hijo pequeño ha pintado la pared con sus lapices de colores y tú, aunque ya sabes que fue él, llegas y le preguntas: ¿Quién manchó la pared? es claro que fue él, sin embargo, pretendes que aprenda a ser sincero y tú como padre (o madre) amoroso, muestras misericordia y no le reprendes de inmediato sin antes darle la oportunidad de confesar su falta.

Esto mismo ocurrió en ese momento, Adán estaba ahí, tratando de ocultar sus lapices de colores, y el Padre estaba ahí, dándole una oportunidad de confesar su falta.

Pues bien, esto es lo que pasa cuando nosotros fallamos, en vez de imaginar a un Dios que está esperando el momento para castigarnos, debemos saber que tenemos un Padre que es misericordioso y está ahí, tratando de que entremos en razón y en lugar de escondernos corramos a él arrepentidos y pidiendo perdón por nuestros pecados.

¿Te has sentido avergonzado por algún pecado que has cometido? Sí te has sentido así, es posible que después de eso hayas dejado de orar, quizá de congregarte o de leer la biblia, porque la vergüenza no te deja tranquilo y prefieres mantenerte lejos, pues bien, el Padre pregunta, ¿Dónde estas tú? Corre a sus brazos, el es el Padre de misericordias.

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