¿O qué mujer, si tiene diez monedas de plata y pierde una moneda, no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado hasta hallarla? Lucas 15:8
Introducción
En los tiempos de Jesús, los escribas y fariseos presumían de ser superiores al resto, tenían un concepto de sí mismos tan elevado, que se creían superiores incluso al mismo Jesús.
El asunto era que Jesús, hacia cosas muy diferentes de lo que ellos estaban acostumbrados, los escribas y fariseos pretendían mantener un estricto cumplimiento de la ley y se consideraban a ellos mismos como muy justos; cuando vieron que Jesús recibía a los pecadores y comía con ellos, se indignaron, le criticaron severamente por atender a los cobradores de impuestos y a las prostitutas, aun por no lavarse las manos antes de comer.
En cierta ocasión, los recaudadores de impuestos y los pecadores se acercaban a Jesús para oírle, y los fariseos y escribas murmuraban porque Jesús los recibía, los recaudadores de impuestos eran considerados personas despreciables, por eso se les menciona junto con los pecadores, entonces Jesús les cuenta tres parábolas, para enseñarles una lección que la iglesia de nuestros días también debe de aprender.
Las tres parábolas
La función del Hijo
Conocemos muy bien las parábolas de la oveja perdida (Lucas 15:1) y del hijo prodigo (Lucas 15:11), incluso se han compuesto algunas canciones cristianas basadas en estas dos parábolas. Resulta que Jesús estaba atendiendo a personas pecadoras (aunque todos somos pecadores, pero ellos en específico eran los más señalados) los fariseos murmuraban molestos por ver a Jesús con gente de mala reputación, y como Él conocía lo que murmuraban, les relata tres parábolas:
Entonces él les refirió esta parábola, diciendo: ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Lucas 15:3-4
Jesús empieza diciendo: “qué hombre de vosotros” poniendo así a los fariseos en la situación del pastor de ovejas, como diciendo: si ustedes se ponen en mi lugar entenderían por qué soy así, cualquiera actuaria igual, porque si ustedes tuvieran cien ovejas y se les perdiera una, seguramente también dejarían a las noventa y nueve en el redil y saldrían a buscar a la única que está perdida, explicaba por este medio, su función salvífica; Jesús, el buen pastor vino a este mundo a buscar a los perdidos, entre los cuales estábamos nosotros, la humanidad que tiene roto su vínculo con el Padre por causa del pecado.
Jesús, dejó su trono de gloria y santidad y aunque tenía en su morada seres justos que nunca habían pecado y que siempre están a su servicio y para su adoración, aun con todo eso, Él decidió dejar su trono y salir a buscar a la oveja perdida, la humanidad.
Esta es la función del Hijo, buscar y a salvar lo que se había perdido.
Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. Lucas 19:10 (RVR1960)
Cristo, ha venido a buscar a las ovejas perdidas, para convertirlos en hijos; al final de la parábola describe el gran gozo que siente él y el gozo que hay en el cielo, cuando una oveja perdida es rescatada, de la misma forma, la iglesia debe gozarse cuando aquellas personas que consideramos pecadoras, se arrepienten y deciden seguir a Cristo.
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a (viernes, 05 junio 2020 19:23)
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