El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro. Entonces corrió, y fue a Simón Pedro y al otro discípulo, aquel al que amaba Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto. Juan 20:1-2
Introducción:
El sol aún no salía, María, caminaba rumbo al sepulcro donde algunos días atrás el maestro había sido sepultado, su mente era un cúmulo de recuerdos aglomerándose uno tras otro, recuerdos de los milagros, de las enseñanzas, recuerdos de Jesús, la mirada amorosa del maestro aún se percibía cálida aunque fuera solo en su abrumada memoria; y estando próxima a la tumba, inhala un gran suspiro deseando que todo esto nunca hubiera pasado.
Han pasado tres días ya, el maestro fue sepultado y aquella esperanza que tenía que Jesús redimiera a Israel, ahora solo era un recuerdo. Los discípulos incluso preferían volver a sus labores normales y olvidarlo todo.
Esa mañana oscura, María se encontró frente al sepulcro de Jesús, mientras su mente dudaba, rompió en llanto al encontrar una tumba vacía, una maravillosa historia estaba a punto de empezar.
Una tumba vacía
María Magdalena llegó muy temprano a visitar la tumba, su sorpresa fue encontrarse con un sepulcro abierto y vacío, ¡Qué maravilla! Jesús había resucitado, todo lo que había dicho era verdad, él había entregado su vida para volverla a tomar y ahí estaba la prueba, un sepulcro con la piedra removida y en su interior no había nadie, ¿qué más podía significar? Estaba más que claro, Jesús había resucitado, ¡Gloria a Dios! Pero, ¿realmente fue eso lo que pensó María? No, en cuanto María vio el sepulcro abierto y lo encontró vacío, su primer reacción fue llorar, ¡Qué tragedia, se han robado el cadáver de Jesús! No solo está muerto, ahora también está perdido, que vida tan triste.
¿Señal de victoria o una tragedia mayor?
Resulta que a María el sepulcro vacío le podía servir para dos cosas: como señal de victoria por la resurrección de Cristo o como una tragedia por lo ocurrido al supuesto cadáver de Jesús.
A veces, nos ocurre lo mismo; pero todo es cuestión de fe y actitud, puede ser que la respuesta a nuestras peticiones ya esté ante nuestros ojos, como le ocurrió a María, pero nuestra poca fe hace que dudemos y sigamos sumidos en la tragedia; debemos confiar en el Señor y reconocer cuando Él está actuando, pues aun las cosas que parecen malas, le sirven para bien a aquellos que aman al Señor.
Si leemos unos versículos más abajo, vemos que María en primer lugar fue incapaz de reconocer el milagro al ver la tumba vacía, pero también tuvo problemas para reconocer a los ángeles que se le presentaron dentro del sepulcro y por si fuera poco, tampoco reconoció a Jesús cuando finalmente él se le presenta resucitado; María no podía reconocer el milagro que tenía frente a ella, hasta que Jesús le llama por su nombre y entonces lo reconoce.
A veces nos cuesta reconocer cuando Dios está trabajando a nuestro favor, si te encuentras en dificultades, si tienes problemas, tristeza o cualquier situación que esté debilitando tu fe y confianza en Dios, hoy debes saber que Dios te llama por nombre para fortalecer tu vida, debes aprender a ver todo lo que Dios está haciendo ya en tu vida.
Conclusión:
Para quien confía en Dios, la tumba vacía sirve como señal de la victoria de Cristo sobre la muerte, pero para aquel que aun duda, será la mayor tragedia, y tú ¿Cómo hubieras reaccionado ante la tumba vacía?
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